Para no morir
¿Es posible que tú hayas olvidado ya? Espero ese momento. Porque cuando uno olvida, las historias nacen, quiebran su cáscara y se abren como puertas mágicas. Historias que hablan de una historia: los relatos enmarcados que se agarran la cola, al modo de los elefantes. O historias que no dicen nada de tan clásicas que son: Ella fue al edificio de correos a dejarle una carta. Ella escupió tinta. Ella creyó que… O historias donde la venganza se traduce en otros relatos, de otras personas, donde suceden hechos similares. O historias de la espera donde uno de los dos se entrega amordazado al misterio de nunca saber.
Sea lo que sea, las historias llevan al silencio. En algún momento, alguien calla o se detiene. Debe hacerlo. Antes de insinuar un odio o un aburrimiento, ese alguien debe retroceder y juntar agua en el cuenco de la mano. Para beberla, para sanarse, para respirar. Para no morir. Y al cerrar los ojos, todo habrá pasado. La boca reposa sobre sus labios; el cuerpo se hunde en su cuerpo, tibio, relajado, cómodo; los párpados detienen su carrera de caballos chúcaros; las praderas se esfuman, el amarillo es un espejismo.
Lentamente, el vacío ingresa a repletar el corazón salvaje. Y otra historia vendrá; otras cartas, todos los amores que no se completaron; todas las palabras renacerán.
Sea lo que sea, las historias llevan al silencio. En algún momento, alguien calla o se detiene. Debe hacerlo. Antes de insinuar un odio o un aburrimiento, ese alguien debe retroceder y juntar agua en el cuenco de la mano. Para beberla, para sanarse, para respirar. Para no morir. Y al cerrar los ojos, todo habrá pasado. La boca reposa sobre sus labios; el cuerpo se hunde en su cuerpo, tibio, relajado, cómodo; los párpados detienen su carrera de caballos chúcaros; las praderas se esfuman, el amarillo es un espejismo.
Lentamente, el vacío ingresa a repletar el corazón salvaje. Y otra historia vendrá; otras cartas, todos los amores que no se completaron; todas las palabras renacerán.
Estos son los objetivos del silencio. De tu silencio, y del mío.
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Dieciocho de abril del 2007