A la espera de la oscuridad


a Clara Silva

Ese instante que no se olvida

Tan vacío devuelto por las sombras

Tan vacío rechazado por los relojes

Ese pobre instante adoptado por mi ternura

Desnudo desnudo de sangre de alas

Sin ojos para recordar angustias de antaño

Sin labios para recoger el zumo de las violencias

Perdidas en el canto de los helados campanarios


Ampáralo niña ciega de alma

Ponle tus cabellos escarchados por el fuego

Abrázalo pequeña estatua de terror

Señálale el mundo convulsionado a tus pies

A tus pies donde mueren las golondrinas

Tiritantes de pavor frente al futuro

Dile que los suspiros del mar

Humedecen las únicas palabras

Por las que vale vivir

 

Pero ese instante sudoroso de nada
Acurrucado en la cueva del destino

Sin manos para decir nunca

Sin manos para regalar mariposas
A los niños muertos



*** La última inocencia (1956)


Foto: Elena & Vitaly Vasilieva

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